La mayoría de las personas que fueron a la marcha del 2 de octubre a protestar por la impunidad del sistema justiciero no saben lo que significó el 2 de octubre para las personas que estuvieron ahí. Porque no es lo mismo sentirlo porque lo viviste que sentirlo porque te lo cuentan, porque hay una gran diferencia entre ser contado y haber adquirido una experiencia de eso.
No podemos hablar de que todas las personas que asistieron a la marcha sepan realmente lo que significó para los que estuvieron presentes en Tlatelolco ese dos de octubre, que a parte de coraje sentían impotencia por lo que les había pasado a sus amigos o familiares.
No sólo hay que hacer marchas para matar tiempo o para apoyar una causa que ya no es necesaria como para cambiar el rumbo de un país, porque mas bien ese día ya lo convirtieron en costumbre para hacer marcha como recordatorio de que algo malo pasó en el país.
Las marchas se hicieron como un medio para expresar el descontento por algo contra el gobierno, pero ya después de 40 años es imposible que obtegan lo que con tanto anhelo han estado esperando por muchos años.
Por eso es importante reflexionar acerca de lo que estamos haciendo con la libertad de expresión que se nos ha otorgado como derecho, para no hacer un mal uso de ella.
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